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Los científicos nos dicen que solo tenemos 10 años para cambiar nuestros modos de vida, evitar de agotar los recursos naturales y impedir una evolución catastrófica del clima de la Tierra.Cada uno de nosotros debe participar en el esfuerzo colectivo, y es para sensibilizar al mayor número de personas Yann Arthus-Bertrand realizó la película HOME.Compártelo. Y actúa.

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viernes, 24 de octubre de 2008

Identifican una nueva vía de dispersión del virus del sida en el sistema inmune

Jaque al sida. Un estudio liderado por científicos del Instituto de Investigación del Sida (IrsiCaixa) del Hospital Germans Trias de Badalona ha identificado una nueva vía que utiliza el VIH para infectar las células del sistema inmune. La importancia del hallazgo reside en que el virus utiliza como «caballos de Troya» las células dendríticas, las mismas que, en condiciones normales, se encargan de erradicarlo.
FUENTE | ABC Periódico Electrónico S.A. 23/10/2008

El descubrimiento, publicado en la revista «Blood», abre la puerta al desarrollo de nuevas terapias para combatir la enfermedad. El estudio, elaborado con la colaboración de las Unidades de Inmunología y Anatomía Patológica del Hospital Germans Trias i Pujol de Badalona (Barcelona) y del Departamento de Microbiología de la Universidad de Boston (EE.UU.), y con la financiación del Ministerio de Ciencia, revela que cuando un patógeno entra en el organismo, las células dendríticas juegan un papel clave en la organización de la respuesta inmune. Su función consiste en patrullar el organismo y capturar a los agentes infecciosos que lo invaden.

Destrucción del agente invasor De este modo, en condiciones normales, una vez que las células dendríticas han capturado a patógenos tales como el VIH, las células maduran y son capaces de degradarlos y presentarlos a su principal diana: los linfocitos T CD4+, que se encargarán de organizar la destrucción del agente invasor.

El estudio demuestra, por primera vez, que el VIH se aprovecha de la misma vía de entrada de las células dendríticas que unas partículas denominadas exosomas, generadas por el sistema inmune para amplificar la información sobre el tipo de agente infeccioso que ataca al organismo. Según Javier Martínez-Picado, de la Institució de Recerca i Estudis Avançats (ICREA), «las similitudes detectadas entre el mecanismo de entrada del VIH y el mecanismo de entrada de los exosomas, debería guiarles en el diseño de terapias que permitan frenar uno de los mecanismos de diseminación de la infección».

Autor: E. Armora

miércoles, 22 de octubre de 2008

La vida surgió de una chispa hace medio siglo

En 1953, un joven licenciado en Química construyó un artefacto digno del doctor Frankenstein. Como el personaje de Shelley, Stanley Miller pretendía en su laboratorio de la Universidad de Chicago prender una chispa para crear vida. Pero su experimento no era un cuento gótico, sino la puesta en práctica de una teoría científica promovida por su mentor, el premio Nobel de Química Harold Urey.
FUENTE | Público 21/10/2008

Urey defendía que la vida terrestre se cocinó a la lumbre de las tormentas eléctricas a partir de ingredientes básicos disueltos en la sopa del océano. En términos más precisos: en una Tierra primitiva con una atmósfera reductora compuesta por hidrógeno, metano y amoniaco, la energía eléctrica pudo activar estos gases para formar los aminoácidos de las proteínas, un primer escalón en la química de la vida.

Para recrear el proceso en el laboratorio, Miller diseñó un circuito cerrado y sin aire que emulaba la Tierra prebiótica: un mechero calentaba agua en un matraz -el océano-, el vapor se mezclaba con los gases -la atmósfera primitiva- y la mezcla atravesaba un arco eléctrico -la tormenta- para regresar al matraz dejando en su camino, si el experimento funcionaba, un residuo de moléculas biológicas simples.

PRUEBA DE UN COSMOS POBLADO

Aunque Miller mantuvo el experimento una semana, a las 24 horas el agua se había teñido de rojo y amarillo, la firma de algo nuevo. En un breve artículo en Science, el científico demostraba que su Tierra había creado cinco aminoácidos, que se elevaron a 14 con nuevas técnicas en décadas posteriores.

El ensayo de Miller se convirtió en canon de la astrobiología; para el astrónomo y divulgador Carl Sagan, era "la mejor prueba de la abundancia de vida en el cosmos".

Para desgracia de Miller, la hipótesis de la atmósfera reductora cayó en desuso. Hoy se cree que en la Tierra prebiótica abundaban el CO2 y el nitrógeno, lo que invalida el experimento. En una entrevista a Astrobiology Magazine en 2003, Miller confesaba: "Aún no he encontrado la alternativa a la necesidad de una atmósfera reductora".

Miller falleció en 2007, pero sus sucesores le siguen los pasos. Sus antiguos becarios, James Cleaves y Jeffrey Bada, hallaron muestras del experimento original y las han analizado. Según la edición de Science, una segunda versión del aparato, que Miller no publicó, engendró 22 aminoácidos.

La mayor sorpresa está en la clave de esta variante: una espita que concentra los gases simula un volcán, que muchos sugieren como la cuna de la vida en la Tierra prebiótica. Si la atmósfera de entonces no era reductora, los gases volcánicos sí lo son. Y, por si fuera poco, el vulcanismo produce tormentas eléctricas. Miller pudo tener más razón de la que sospechaba.

Autor: Javier Yanes

los volcanes originaron la vida en la Tierra

Genoma humano: progreso científico para el avance de la civilización

Han sido muchos los acontecimientos ocurridos, desde que se hiciera público el primer borrador del genoma humano, a principios del año 2001. Como es sabido, el citado borrador, notablemente perfeccionado desde entonces, pues los errores y lagunas eran muchos, representa el patrón de la información genética detallada que define la especie humana.
FUENTE | ABC Periódico Electrónico S.A. 21/10/2008
Su conocimiento abrió la posibilidad de detallar también, hasta un nivel muy profundo, la individualidad genética de cada ser humano. Se trata de una cuestión, la de cada ser humano como único e irrepetible, que tiene múltiples facetas; de alguna forma, la dignidad intrínseca, que la verdadera civilización atribuye a cada uno de los integrantes de nuestra especie, también se ejemplifica en los datos que hoy nos aporta la Ciencia más avanzada.

Disponer de esta información sobre el genoma humano permite plantear una enorme cantidad de nuevos programas científicos, destinados a aprovechar ese conocimiento, que actualmente están en pleno desarrollo en muchos lugares del mundo. Entre ellos, los destinados a desarrollar una Medicina individualizada que no es otra cosa que utilizar los datos de la individualidad genética de cada cual, para mejorar la atención sanitaria a lo largo de la vida. Se trata, por ejemplo, de plantear medidas preventivas que beneficien a cada persona, en función de lo que se pueda deducir de sus datos genéticos. Se trata, igualmente, de que la atención farmacéutica que reciba tenga en cuenta qué fármacos son los más adecuados para el propio individuo, o cuáles no lo son en absoluto, aunque puedan ser útiles para otros. En definitiva, se pretende conocer hasta qué punto los genes de los que somos portadores -dotación que cada uno recibe a partes iguales de su padre y de su madre- influyen en nuestra salud, así como cuál es el alcance del ambiente en el que nuestra vida se desarrolla. No sólo somos genes, sino que a partir de esta dotación genética nuestro ser biológico se materializa en interacción con el ambiente. Por ambiente se debe entender todo nuestro entorno vital, desde el clima a la alimentación o la educación que recibimos.

El brillante premio Nobel Sidney Brenner ha llegado a escribir que todo este conocimiento define un nuevo paradigma científico, porque la Humanidad como tal representa un nuevo modelo. No cabe duda de que los avances en el genoma humano son una nueva fuente de conocimiento y de posibilidades. Sin embargo, la especie humana hace muchos años que ha llegado a esa conclusión. El reconocimiento de dignidad de la persona es la medida de la civilización; los nuevos hallazgos no hacen sino confirmar algo que está escrito en nuestra propia naturaleza, y que como seres humanos hemos podido ir materializando. Claro que a lo largo de la Historia ha habido ejemplos de lo contrario, momentos oscuros para esa civilización humana. También está claro que el propio concepto de vida humana -y la dignidad que le corresponde- pretende ser revisado por algunos en estos momentos, especialmente en lo que representan sus inicios o su final natural.

Pero, interesa mucho a todos considerar algunos aspectos del conocimiento nuevo, para que de cada avance científico se pueda derivar un verdadero progreso. Los avances de la Ciencia suponen un recorrido por un camino plagado de hallazgos ciertos, pero entremezclado de territorios de incertidumbre. La honradez más elemental demanda tanto establecer la verdad científica, como analizar sus alcances en términos precisos. Las interpretaciones carentes de base pueden ser -han sido, algunas veces- el origen de grandes conflictos.

Una conclusión que los datos genómicos establecen con claridad es que no existen razas humanas, si por razas se entiende grupos de seres humanos separados, entre los que pueda caber una distinción biológica clara. La especie humana es única, no hay fronteras que separen en grupos a quienes la integramos. Es ésta una cuestión en la que los descubrimientos científicos no hacen otra cosa que confirmar a quienes propusieron reconocer ese hecho fundamental, desde el ámbito religioso, político o social. Las observaciones son contundentes; hay una variabilidad genética, todos somos diferentes. Esas variaciones, en parte, son heredadas de nuestros antepasados que mezclaron sus genes, lo que sigue potenciando esa variabilidad. La variación hoy existente se puede datar a los inicios de la especie. Las diferencias de color de piel, así como de otras características externas muy visibles, son debidas a meras adaptaciones. Si se cuantifican las diferencias genéticas entre dos individuos, incluso considerados como de la misma raza, su valor alcanza niveles muy superiores a aquellas que puedan determinar las diferencias raciales o étnicas.

La Ciencia biológica asesta un duro golpe a todas aquellas posiciones -sostenidas en el pasado, pero también en el presente, no nos engañemos- que hacen énfasis en la significación de la etnicidad. Se podrán buscar explicaciones culturales o sociales sobre la existencia de grupos étnicos, así como a su proyección en la situación actual para demandar determinados derechos de grupos, por encima del individuo. De hecho, sabemos que esta búsqueda ha contaminado el cultivo de la Historia, desde sus fundamentos arqueológicos, cuando ésta se ha pervertido al servicio de determinadas ideologías y propuestas nacionalistas. Sin embargo, los avances sobre el genoma humano y la individualidad genética, tan útiles para la Medicina, representan una oportunidad más para la civilización. Un grupo multidisciplinar de académicos de la Universidad de Stanford insistía acertadamente en esta idea. La utilización de categorías raciales o étnicas, que sigue siendo empleada en Medicina, por ejemplo, para establecer la incidencia de determinadas patologías en caucasianos o personas de color, debe hacerse con precaución y con conocimiento de causa. Los grupos étnicos tal como se definen tienen un sustrato cultural y social, que con frecuencia va mucho más allá de lo biológico. Es preciso estar alerta frente a explicaciones genéticas de diferencias entre grupos humanos, en especial cuando se trata de caracteres de determinación compleja como la conducta o la capacidad intelectual.

Conocer la naturaleza es parte del progreso humano, que se asienta y avanza aun más a través del conocimiento de nuestra propia naturaleza como seres vivos. A nuestra propia libertad le es dado aprovechar ese conocimiento para profundizar en lo que más nos dignifica, el respeto a los derechos de todos, pero también de cada persona como única e irrepetible. Cada vez que sabemos en qué consiste ese ser único de cada individuo, nuestra civilización puede seguir avanzando sobre estas bases.

Autor: César NombelaNace en España el primer bebe modificado geneticamente

España espera generalizar la captura y almacenamiento de CO2 a partir de 2020

«Quitar de la circulación el CO2 que emiten las industrias». Esto es, muy gráficamente, el objetivo último de la Plataforma Tecnológica Española del CO2 (PTECO2), formada por 34 entidades privadas del sector industrial y tecnológico, incluidas en el Sistema de Comercio de Emisiones de la Unión Europea, y por 36 organismos públicos del ámbito educativo e investigación.
FUENTE | ABC Periódico Electrónico S.A. 22/10/2008
Una vez que han terminado lo que ellos llaman «el itinerario tecnológico para España», un plan a ejecutar a corto y medio plazo y que comprende 14 propuestas para la realización de estudios, proyectos y líneas de investigación en las áreas de reducción y captura, uso y almacenamiento de CO2 e infraestructuras. Para su desarrollo, la Plataforma cree que es necesaria una inversión de 304 millones de euros.

Según explicó Santiago Sabugal, presidente de PTECO2, el objetivo es que en el año 2010 esté operativa la planta experimental de captura y almacenamiento de carbono de CIUDEN en El Bierzo; en 2015 haya al menos una planta operativa de demostración a nivel comercial y que, a partir de 2020, se produzca la transformación a escala masiva del parque técnico incorporando centrales de alta eficiencia con esta tecnología.

EXPORTAR Y NO COMPRAR

En contra de los que ven en esta tecnología una forma de esconder bajo la alfombra las emisiones de gases de efecto invernadero, en lugar de evitarlas, Sabugal dijo que aunque se apueste por un modelo basado en las energías renovables siempre va a haber procesos en muchos sectores industriales que necesiten de la quema de combustibles fósiles. Por tanto, «ésta es una tecnología clave y nuestro objetivo es que España sea desarrolladora y exportadora y no compradora» de esta técnica.

En este sentido, Juan Carlos Abanades, investigador del Instituto del Carbón, del CSIC, aseguró que «las tecnologías existen ya, esto no es ciencia ficción». Se refiere, sobre todo, a la fase de captura, donde lo que se intenta ahora es reducir el coste por tonelada de CO2 evitada. Actualmente está entre 30 y 60 euros y el objetivo para las dos próximas décadas es que se sitúe por debajo de los 15 euros por tonelada de CO2 que deja de emitirse.

El mayor reto ahora es el estudio del subsuelo para caracterizar los emplazamientos donde pueda inyectarse con seguridad este gas ya llevado al estado supercrítico. «Ya sabemos que hay un tercio del territorio que no sirve por ser suelo granítico y metamórfico y no tener porosidad, pero es necesario un estudio geológico más profundo y esto cuesta mucho dinero», dijo a ABC Cecilio Quesada, del Instituto Geológico y Minero. Por eso, la inversión necesaria para los proyectos dentro del área de uso y almacenamiento de CO2 es la de mayor cuantía, más de 184 millones de euros.

En cuanto al almacenamiento se recoge la propuesta de realizar un mapa de las zonas de potencial de almacenamiento en España, pero el CO2 capturado también puede volver a utilizarse, por ejemplo transformándolo en biocombustibles, o el ejemplo de la planta de Elcogas en Puertollano, donde se separa el CO2 y se produce hidrógeno.

Desde la Plataforma del CO2 estiman que la captura y el almacenamiento podría suponer una reducción de las emisiones de los países industrializados de entre un 50 y un 80 por ciento para 2050.

Autor: Araceli Acosta