HOME LA PELÍCULA

HOME LA PELÍCULA
Los científicos nos dicen que solo tenemos 10 años para cambiar nuestros modos de vida, evitar de agotar los recursos naturales y impedir una evolución catastrófica del clima de la Tierra.Cada uno de nosotros debe participar en el esfuerzo colectivo, y es para sensibilizar al mayor número de personas Yann Arthus-Bertrand realizó la película HOME.Compártelo. Y actúa.

Buscar en este blog

lunes, 4 de mayo de 2009

La amenaza viene del espacio

Es bastante pequeño, las últimas observaciones indican que mide unos 270 metros, pero el asteroide Apofis podría causar una catástrofe de grandes proporciones y ha conseguido galvanizar los esfuerzos de científicos e ingenieros de muchos países para defender la Tierra de las amenazas que vienen del espacio.

FUENTE | El País Digital 29/04/2009

Oyéndolos en el Congreso de Defensa Planetaria que ha reunido a 180 de ellos en Granada, puede parecer que se preparan para una guerra: hablan de amenazas, de que hay muchos enemigos ahí fuera y de la necesidad de que los humanos tomen conciencia del riesgo continuo a que están sometidos. Pero básicamente dejan constancia del nacimiento y rápido desarrollo de una nueva área de investigación, especialmente adecuada para la cooperación internacional, que busca su lugar entre las ciencias espaciales. El astronauta español Pedro Duque lo dice claramente: "Es una nueva era, el riesgo es real y ahora es medible y tenemos la tecnología para detectarlo e intentar evitar sus consecuencias".

El Apofis, descubierto en 2004, se acercará mucho a la Tierra dentro de 20 años, el 13 de abril de 2029, pero por ahora el riesgo de impacto en esa aproximación es nulo. Sin embargo, como pasará a la altura de la órbita geoestacionaria (36.000 kilómetros, menos de la décima parte de la distancia a la Luna) se teme que la perturbación gravitacional le sitúe entonces en rumbo de colisión con el planeta el 13 de abril de 2036. La probabilidad de colisión está en uno entre 45.000 y hay demasiados factores mal conocidos como para afirmar nada, pero aunque pase de largo en 2036, como seguramente lo hará, el Apofis ya es el asteroide más seguido y estudiado de la historia, el catalizador de esfuerzos internacionales sin precedentes para enfrentar las amenazas espaciales.

Por encargo del Congreso de EE.UU., la NASA ha intentado detectar los asteroides potencialmente peligrosos (que se acercan a la Tierra) de más de un kilómetro de diámetro y, tras 10 años, da la labor prácticamente por terminada. Ahora, los expertos señalan que llega la hora de detectar los mayores de 140 metros que, como el Apofis (el único de los más de 1.000 asteroides potencialmente peligrosos detectados que presenta un riesgo apreciable de impacto), pueden hacer también mucho daño. Sin embargo, Don Yeomans, encargado del tema en la NASA, explica que hay poco dinero para hacerlo y que es necesaria la cooperación internacional. De la misma opinión son el astrofísico Rafael Rodrigo, presidente del CSIC, y Jean-Michel Contant, de la Academia Internacional de Astronáutica, también presentes en el congreso.

El Apofis está ahora demasiado cerca del Sol para ser observado. Según Jon Giorgini, del Jet Propulsion Laboratory, las observaciones ópticas podrán reanudarse a finales de 2010 y las de radar en 2013, pero es muy posible que no se pueda saber la probabilidad de impacto para 2036 hasta que llegue en 2029, cuando será visible desde la Tierra sin instrumentos. Para entonces se conocerá su masa, su velocidad de rotación, su forma y sus características térmicas y luego se podrá evaluar la influencia en su trayectoria de su paso por la Tierra. Queda mucho tiempo, y cambios físicos muy pequeños pueden producir cambios muy grandes en el rumbo, recuerda Giorgini.

Prever acercamientos peligrosos como el de Apofis es sólo el primer paso. Los expertos señalan la necesidad de tener preparadas misiones espaciales para intentar desviar los asteroides. Están divididos sobre la conveniencia de utilizar la energía nuclear, pero es una opción.

"Hay tres tipos de misiones posibles, siempre para empujar el asteroide y desviarlo, no para romperlo, que sería todavía peor", explica Duque. Son una explosión nuclear cercana, un vehículo que le empuje (tractor gravitatorio) y un impacto directo. De este último tipo es el Proyecto Don Quijote, de la ESA, aún sin financiación.

En Deimos, la empresa española que concibió el Don Quijote, están adaptándolo para mandar un orbitador a Apofis, una sonda que se acercara y se pusiera en órbita alrededor de él, para poder conocer bien su trayectoria y otras características. "Podría salir en 2015 y llegar en 2017", explica el responsable, Juan Luis Cano. Si la ESA aprobara la misión, sería de demostración tecnológica más que científica, y tendría que tener un coste bajo. Por ahora no fluye el dinero que los expertos espaciales consideran que sería necesario, pero esperan que, a medida que se acerque la aproximación del Apofis, aumente la conciencia social y política y se puedan hacer incluso misiones de demostración a otros asteroides no peligrosos. Lo malo es que sea demasiado tarde. También para eso se preparan los científicos. Calculan las consecuencias de los impactos de asteroides de distintos tamaños, y concluyen que incluso uno pequeño (entre 30 y 50 metros de diámetro, como el de Tunguska) podría destruir una ciudad, pero que si alguno de mayor tamaño cae en el océano, el tsunami resultante tendría consecuencias mucho peores.

Autor: Malen Ruiz de Elvira

Torio, la energía del futuro

La humanidad necesita una revolución energética. Según la Agencia Internacional de la Energía, la demanda mundial de electricidad y combustible aumentará un 45% hasta 2030, y la tercera parte de esa demanda se cubrirá con carbón, el principal culpable del cambio climático.

FUENTE | Público 29/04/2009

El consumo de petróleo también se disparará hasta los 106 millones de barriles diarios, frente a los 85 millones actuales. Y, mientras, las centrales nucleares seguirán en tela de juicio por su estigma de inseguridad y el problema de los residuos radiactivos. Si no se produce una revolución, la humanidad camina hacia un calentamiento global de seis grados centígrados para 2100.

Para esquivar este horizonte, los expertos sueñan con una nueva fuente de energía que sea capaz de abastecer todas las necesidades del planeta. Pero no basta con eso. No podrá emitir dióxido de carbono. Y su materia prima debe ser abundante y encontrarse en países con democracias estables, no en Kazajistán, Namibia y Níger, como ocurre con el uranio. Algunos científicos creen que esta revolución energética no es un sueño. El milagro existe, escondido en un rincón de la tabla periódica. Y se llama torio.

40 VECES MÁS ENERGÉTICO

El Congreso de EE.UU. acaba de descubrir este elemento, descrito por el químico sueco Jöns Jakob Berzelius en 1828. El pasado 21 de abril, el congresista Joe Sestak presentó en el Congreso estadounidense una proposición de ley para que la Secretaría de Energía estudie la posible utilización del torio como combustible nuclear en EE.UU. Unas semanas antes, el mismo diputado había presentado otra propuesta para investigar el uso de torio como combustible en los buques de la Armada.

El uranio no se acaba -según el Organismo Internacional de Energía Atómica hay reservas suficientes para 100 años-, pero los Gobiernos ya están buscando un sustituto. Y el torio parte con ventaja. Como explica el catedrático de Física Atómica, Molecular y Nuclear de la Universidad de Sevilla, Manuel Lozano Leyva, en su libro Nucleares, ¿por qué no?, todo el torio extraído en una mina se puede emplear en un reactor, frente al exiguo 0,7% del uranio natural.

"Si se hace un balance de masa y energía, resulta que cierta cantidad de torio ofrece unas 40 veces más energía que la misma de uranio", ilustra el físico. "Y, para colmo de virtudes del torio, resulta que es prácticamente inútil para la proliferación nuclear y que sus fragmentos de fisión y los transuránicos que produce su absorción de neutrones representan unos residuos mucho menos radiactivos que los del uranio", añade. Por si fuera poco, se estima que las reservas mundiales de torio triplican las de uranio, y más de la tercera parte se encuentran en Australia y EE.UU. El papel de España en esta hipotética energía del futuro no será relevante. Según Enusa, la empresa pública que suministra combustible a las centrales nucleares nacionales, "no existen datos de reservas oficiales de torio en España".

A pesar del nuevo ímpetu de EE.UU., el torio es un viejo conocido para los científicos. En los últimos 30 años, la utilización de este elemento como gasolina nuclear se ha experimentado en Alemania, India, Japón, Rusia, Reino Unido e, incluso, en EE.UU. Pero el desastre de Chernóbil, en 1986, y los bajos precios del petróleo hicieron a muchos países abandonar la investigación.

La carrera por el torio, no obstante, ha creado extraños compañeros de viaje. La empresa estadounidense Thorium Power, creada en 1992, ha probado en los últimos cinco años un combustible de torio y uranio en un reactor experimental del Instituto Kurchatov de Moscú, con dinero público de EE.UU. Los resultados se están evaluando ahora, y el siguiente paso será probar el fuel en un reactor comercial.

India, con un 12% de las reservas mundiales de torio, también mantiene sus líneas de investigación. El ex presidente indio Abdul Kalam, ingeniero aeronáutico de formación, urgió a comienzos de este mes a los jóvenes a utilizar el torio "para reducir la contaminación medioambiental".

EL FRACASO DEL 'RUBBIATRÓN'

El físico Francisco Castejón, responsable de la campaña antinuclear de Ecologistas en Acción, cree que estos ensayos están destinados a fracasar. Y pone un ejemplo muy cercano: el llamado, con sorna, Rubbiatrón. En marzo de 1997 se constituyó en Zaragoza el Laboratorio del Amplificador de Energía, una empresa promovida por el científico italiano Carlo Rubbia, premio Nobel de Física de 1984. Su objetivo era ambicioso: instalar en Aragón un prototipo de reactor de torio para eliminar los residuos radiactivos generados en las centrales nucleares. Finalmente, el proyecto, con un coste de 20.000 millones de pesetas, se abandonó por la fuerte oposición social y política.

Para Castejón, que trabaja en temas de fusión nuclear en el Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (Ciemat), socio en su momento del Rubbiatrón aragonés, los reactores de torio abren demasiadas incógnitas. "Para obtener energía de este elemento, es necesario bombardearlo con neutrones. ¿Cómo generamos esos neutrones? Necesitaríamos bombardear una placa de plomo con protones para generarlos pero, de momento, ese acelerador de protones fundamental no existe", afirma.

Además, señala Castejón, los residuos de los reactores de torio son menos peligrosos que los que emplean uranio, pero seguirán siendo radiactivos durante miles de años. En su opinión, el torio no es el ingrediente de la revolución energética, sino "el último intento de la industria nuclear para continuar llevando a cabo actividades perniciosas".

Autor: Manuel Ansede

Un estudio muestra el efecto de los microorganismos marinos en el calentamiento oceánico

Los océanos influyen en el sistema climático de la Tierra y han contribuido a frenar el cambio climático al absorber hasta el 33% de las emisiones de gases de efecto invernadero generadas por los humanos. No obstante, existen ciertos factores biológicos cuya función en este proceso es fundamental, según ha aclarado un equipo de investigadores marinos de Alemania. Los resultados de su estudio han sido recientemente publicados en la revista PNAS.

FUENTE | CORDIS: Servicio de Información en I+D Comunitario 04/05/2009

Los investigadores, procedentes del Instituto Leibniz de Ciencias del Mar de la Universidad de Kiel (IFM-GEOMAR), el Instituto Alfred Wegener de Investigación Polar y Marina y el Instituto Leibniz de Investigación del Mar Báltico, mostraron en un experimento llevado a cabo con comunidades de plancton natural que el aspecto biológico desempeña un papel básico.

Los océanos absorben dióxido de carbono atmosférico (CO2) desde su superficie. Según los investigadores, la absorción constante de CO2 es posible si éste se desplaza hacia capas más profundas.

«Uno de los mecanismos responsables de este transporte hacia las profundidades es la bomba biológica de carbono», afirmó la autora principal del artículo, Julia Wohlers, estudiante de doctorado sobre oceanografía biológica del IFM-GEOMAR. Esta bomba de carbono «transporta el carbono orgánico de la superficie hacia el fondo oceánico, contribuyendo así a la capacidad del océano para absorber CO2 atmosférico», añadió.

Las algas planctónicas crean biomasa al procesar CO2 y nutrientes en primavera, cuando mejoran las condiciones de luz y temperatura, según explicaron. Al morir las algas, parte de la biomasa generada cae hasta las capas más profundas del océano, arrastrando con ella el carbono atrapado por fotosíntesis.

El equipo de investigación creó 8 mesocosmos (ecosistemas en miniatura) de 1.400 litros de volumen cada uno para evaluar qué efecto tenía el aumento de la temperatura de la superficie oceánica en el ciclo y el destino del carbono orgánico durante una fluorescencia primaveral de fitoplancton. Cuatro cámaras climáticas con temperatura controlada fueron llenadas con agua de mar no filtrada procedente del fiordo de Kiel, que contiene una comunidad natural de plancton de primavera e invierno. Se observó cada uno de los mesocosmos durante un mes, especialmente el crecimiento y declive de la fluorescencia planctónica primaveral.

Los investigadores afirmaron que la variación de las temperaturas coincidió con las predicciones sobre el calentamiento realizadas por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), que abarcan hasta finales del siglo XXI. Según las predicciones mencionadas, las temperaturas podrían aumentar hasta en 6 grados centígrados antes de 2100.

«Tal y como cabía esperar, los ritmos metabólicos de todos los componentes de la comunidad planctónica se aceleraron al aumentar la temperatura», explicó el profesor Ulf Riebesell del IFM-GEOMAR, jefe del proyecto. «Lo que nos causó sorpresa fue que el plancton consumió hasta un tercio menos de CO2 a temperaturas elevadas. En último término, esto podría llegar a debilitar la bomba biológica de carbono.»

La investigación indicó que la bomba de carbono se debilitó cuando la biomasa fotosintética acumulada por las algas planctónicas reaccionó ligeramente al calentamiento y su consumo por bacterias creció de forma considerable, favorecido por las altas temperaturas. En resumen, se retiene más CO2 en la capa superficial, la cual a su vez absorbe menos CO2 de la atmósfera.

«Este estudio pone de relieve la importancia que posee mejorar la incorporación de procesos biológicos y retroalimentaciones en los modelos de sistemas de la Tierra», indicó la Sra. Wohlers. No obstante, también mencionó la necesidad de profundizar en las investigaciones para determinar la magnitud a escala mundial del proceso de retroalimentación observado. «La información disponible en referencia a esta área de investigación es todavía escasa, por lo que es necesario realizar más trabajos de investigación para subsanar este vacío de conocimientos.»